Prefiero.

Prefiero una Coca-Cola zero a una cerveza después de un día duro.
La hamburguesa a la pizza.
Una pizza siempre con piña.

Prefiero un gol en el tiempo de descuento.
Los besos sorpresa.
Los abrazos medicina.
Las canciones que rajan hasta la cicatriz más profunda.

Prefiero un sábado noche de sofá, Netflix y lo que surja antes que un plan de desfase.
Los domingos sin resaca.
Madrugar y disfrutar del gimnasio a primera hora, donde no te encuentras a nadie.
Los viajes improvisados.

Prefiero un polvo rápido en la cocina que cocinar a fuego lento.
Las miradas cómplices.
Los crímenes perfectos.

Prefiero los juicios sin abogados.
Convertirme en la puta oposición de la política de tu cuerpo.

Prefiero los cuentos a las novelas.
Los érase una vez al colorín colorado.
Los principios a los finales.

Y es que érase una vez ese cuento donde nunca y siempre acaban cogidos de la mano.

Porque cuando nunca espera; siempre llega por la puerta en modo torbellino.

Y es que cuando nunca abrió la puerta, nunca supo que quedaría siempre abierta.

Nunca y siempre.

-Enrique Gómez-